La música de Mozart en niños/as con epilepsia

Setp 2020

En este artículo de Lin & Yang se realiza una revisión de diferentes estudios que han mostrado un efecto beneficioso de la escucha de música en la reducción de la actividad epileptiforme en pacientes con epilepsia. Asimismo, se describen los posibles mecanismos que explicarían este efecto, entre los que se encuentra la modulación dopaminérgica, las neuronas espejo o la activación parasimpática después de escuchar música. 


Tal como afirman los autores, en los últimos años se ha producido un creciente interés por el estudio de los efectos de la música en epilepsia. El primer estudio en demostrar una reducción en la actividad epileptiforme (medida mediante electroencefalografía; EEG) fue realizado por Hughes y colaboradores (1998). En particular, se observó una reducción significativa de esta actividad en 23 de 29 pacientes. Resultados similares se han descrito también en Lin et al. (2010), mostrando una reducción de la actividad epileptiforme en 81 % de los pacientes durante y después de la escucha de la Sonata para dos pianos K.448 de Mozart. Posteriormente, Bodner et al. (2012) realizaron un ensayo clínico en el que los pacientes fueron expuestos durante un año de forma pasiva (mientras dormían) a la misma sonata, mientras que el grupo control no recibía ningún estímulo. En un 80 % de los pacientes del grupo experimental se produjo una reducción significativa de las crisis epilépticas, mostrando un 24 % de ellos ausencia de crisis durante el año de tratamiento. En el seguimiento posterior, la reducción de convulsiones en el grupo experimental se mantuvo en 33 % de disminución. Otro reciente estudio de Rafiee et al. (2020) muestra una reducción de un 35 % del promedio de convulsiones durante el período de tres meses de escucha diaria de la sonata K.448 en comparación con el período control (tres meses de escucha de música no-rítmica del mismo espectro sonoro). 


Estudios llevados a cabo en niños con epilepsia resistente al tratamiento farmacológico (20-30% de los casos de epilepsia) también han mostrado una reducción del número de convulsiones durante la escucha de música. En Lin et al. (2011), 8 de 11 niños presentaron una reducción igual o mayor al 50% en la frecuencia de las convulsiones durante un período de 6 meses de escucha diaria de la sonata K.448. De forma similar, Coppola et al. (2018) describen una reducción mayor al 50 % en un 70% de los pacientes durante un período de 15 días con dos horas diarias de escucha de música variada de Mozart. En ambos estudios, un pequeño porcentaje de los pacientes no presentó ninguna convulsión durante el período de escucha. 


El uso de música de Mozart, y en especial la Sonata para dos pianos K.448 tiene su origen en el conocido “efecto Mozart”, acuñado por Rauscher et al. (1993) al descubrir que después de escuchar 10 minutos de esta sonata, los estudiantes universitarios mostraban una mejora en tareas de razonamiento espaciotemporal. Estudios posteriores han replicado sus resultados (Pauwels et al., 2014, artículo de revisión) a pesar de cierta controversia. 


A pesar de que algunos autores han delimitado el efecto a esta sonata en particular u otras piezas de Mozart con las mismas características (Lin et al., 2010) otros autores han mostrado mejoras similares utilizando música de Schubert o la escucha de un texto (Nantais & Schellenberg 1999). En el estudio de Lin et al. (2010) se observó una reducción comparable de descargas epileptiformes durante la escucha de la sonata K.448 (84.6% de sujetos) y la sonata K.545 de Mozart (82.1% de los casos). 


En un estudio de Hughes (2001) se demostró que en la música Mozart y Bach se presentaba una larga periodicidad (repetición de un evento musical a intervalos regulares) de forma más frecuente y aparente en comparación con otros 55 autores (incluyendo Beethoven, Mendelssohn o Wagner). Hughes y colaboradores propusieron que la larga periodicidad característica de la música de Mozart podría ser la responsable de la especificidad del efecto antiepiléptico de la música de Mozart. “La repetición periódica de ritmo, amplitud, intensidad y melodía es común en la obra de Mozart. A pesar de ello, al utilizar una gama de variaciones en las secuencias melódicas, su música no es en absoluto aburrida” (Dastgeib et al., 2013). 


Si bien los mecanismos precisos de este efecto sobre la actividad epileptiforme no se conocen con exactitud, se ha propuesto que el incremento de dopamina en los ganglios basales favorecido por la escucha de música placentera (Sutoo & Akiyama, 2004) podría compensar un déficit en la capacidad de enlace de los receptores de dopamina en esta zona del cerebro. En este sentido, se ha demostrado que la música con un nivel intermedio de complejidad de predicción (como podría ser la música de Mozart debido a su periodicidad) resulta más placentera para las personas, al reducir el grado de incertidumbre (Gold et al., 2019). Quizá este hecho podría relacionarse con una mayor actividad dopaminérgica. 


Otra teoría se basa en la relación entre música y activación motora (Molnar-Szakacs & Overy, 2006), mediada por las neuronas espejo. Según esta teoría, sería posible que las neuronas espejo realizaran una conexión directa entre la estimulación auditiva y el córtex motor. Por último, el aumento del tono del sistema nervioso parasimpático causado por la exposición a la música podría explicar en parte la reducción de descargas epileptiformes. 


Como conclusión, los resultados presentados muestran que la escucha de música de Mozart a corto y largo plazo puede reducir la frecuencia de las convulsiones y descargas epileptiformes en pacientes con epilepsia. De esta forma, se ha propuesto la escucha de música como un tratamiento complementario en pacientes con epilepsia, en especial en los casos de epilepsia resistente a tratamiento farmacológico. 

 

Referencias 


Lin, L. C., & Yang, R. C. (2015). Mozart’s music in children with epilepsy. Translational pediatrics, 4(4), 323–326. https://doi.org/10.3978/j.issn.2224-4336.2015.09.02.

 

Bodner, M., Turner, R. P., Schwacke, J., Bowers, C., & Norment, C. (2012). Reduction of seizure occurrence from exposure to auditory stimulation in individuals with neurological handicaps: a randomized controlled trial. PloS one, 7(10), e45303. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0045303.


Coppola, G., Operto, F. F., Caprio, F., Ferraioli, G., Pisano, S., Viggiano, A., & Verrotti, A. (2018). Mozart’s music in children with drug-refractory epileptic encephalopathies: Comparison of two protocols. Epilepsy & behavior : E&B, 78, 100–103. https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2017.09.028


Dastgheib, S. S., Layegh, P., Sadeghi, R., Foroughipur, M., Shoeibi, A., & Gorji, A. (2014). The effects of Mozart’s music on interictal activity in epileptic patients: systematic review and meta-analysis of the literature. Current neurology and neuroscience reports, 14(1), 420. https://doi.org/10.1007/s11910-013-0420-x.


Gold, B. P., Pearce, M. T., Mas-Herrero, E., Dagher, A., & Zatorre, R. J. (2019). Predictability and Uncertainty in the Pleasure of Music: A Reward for Learning?. The Journal of neuroscience : the official journal of the Society for Neuroscience, 39(47), 9397–9409. https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0428-19.2019.


Hughes, J. R., Daaboul, Y., Fino, J. J., & Shaw, G. L. (1998). The «Mozart effect» on epileptiform activity. Clinical EEG (electroencephalography), 29(3), 109–119.  
https://doi.org/10.1177/155005949802900301 


Hughes J. R. (2001). The Mozart Effect. Epilepsy & behavior : E&B, 2(5), 396–417. https://doi.org/10.1006/ebeh.2001.0250 


Lin, L. C., Lee, W. T., Wang, C. H., Chen, H. L., Wu, H. C., Tsai, C. L., Wei, R. C., Mok, H. K., Weng, C. F., Lee, M. W., & Yang, R. C. (2011). Mozart K.448 acts as a potential add-on therapy in children with refractory epilepsy. Epilepsy & behavior : E&B, 20(3), 490–493. https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2010.12.044.


Lin, L. C., Lee, M. W., Wei, R. C., Mok, H. K., & Yang, R. C. (2014). Mozart K.448 listening decreased seizure recurrence and epileptiform discharges in children with first unprovoked seizures: a randomized controlled study. BMC complementary and alternative medicine, 14, 17. https://doi.org/10.1186/1472-6882-14-17 


Molnar-Szakacs, I., & Overy, K. (2006). Music and mirror neurons: from motion to ‘e’motion. Social cognitive and affective neuroscience, 1(3), 235–241. https://doi.org/10.1093/scan/nsl029 


Nantais, K. M., & Schellenberg, E. G. (1999). The Mozart effect: An artifact of preference. Psychological Science, 10(4), 370–373. https://doi.org/10.1111/1467-9280.00170


Pauwels, E. K., Volterrani, D., Mariani, G., & Kostkiewics, M. (2014). Mozart, music and medicine. Medical principles and practice: international journal of the Kuwait University, Health Science Centre, 23(5), 403–412. https://doi.org/10.1159/000364873 


Rafiee, M., Patel, K., Groppe, D. M., Andrade, D. M., Bercovici, E., Bui, E., Carlen, P. L., Reid, A., Tai, P., Weaver, D., Wennberg, R., & Valiante, T. A. (2020). Daily listening to Mozart reduces seizures in individuals with epilepsy: A randomized control study. Epilepsia open, 5(2), 285–294. https://doi.org/10.1002/epi4.12400 


Rauscher, F. H., Shaw, G. L., & Ky, K. N. (1993). Music and spatial task performance. Nature, 365(6447), 611. https://doi.org/10.1038/365611a0

 

Sutoo, D., & Akiyama, K. (2004). Music improves dopaminergic neurotransmission: demonstration based on the effect of music on blood pressure regulation. Brain research, 1016(2), 255–262. https://doi.org/10.1016/j.brainres.2004.05.018.